top of page
Buscar

David Chanson estrena “Cacles”, y te deja preguntando ¿qué demonios acabo de escuchar?

  • Foto del escritor: ruidoomx
    ruidoomx
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura
ree

El cuarteto tapatío que lleva 15 años revolviendo la escena de Guadalajara como si fuera una olla de pozole experimental, acaba de lanzar Cacles, su segundo álbum. Integrados por Rodrigo Saborío (saxofón y voz), Paco Perez-Rul (guitarra), Luis Farah Noise (bajo) y Abel Álvarez (batería), estos tipos no se atan a etiquetas—o al menos fingen que no les importan—y crean un sonido catártico, multicolor y a veces parduzco, que fusiona jazz, rock, western, cabaret, tradicional y surf en un revoltijo que te atrapa o te confunde. ¡Y vaya que confunde, pero de la buena!


El proceso de Cacles fue un desorden glorioso: se reunieron, improvisaron, escucharon el caos y extrajeron ideas prometedoras para convertirlas en canciones. Siete rolas que nacen de la nada y terminan siendo un laberinto sonoro: “San Angelo”, “Ajijic”, “Turca”, “Lamento”, “Bikini Beirut”, “Katsuo” y “La marcha de Jaba”. Es música que se percibe fácil pero es compleja, como un rompecabezas que armaste borracho y ahora no sabes cómo desarmar.


ree

Vamos por partes, porque este álbum es un viaje que merece su propio mapa:


“San Angelo” es un cantadito sobre migración laboral a gringolandia que acaba en tragedia, pero disfrazado de alegre y bailable—como si la vida te diera una sonrisa falsa antes de apuñalarte. La letra en inglés le da un toque country, pero hay versión en español pa’ los puristas. “Ajijic” sigue con migración, pero invertida: jubilados gringos invadiendo Ajijic por Chapala, trayendo dólares y perversiones. Spanglish puro, cantado como redneck mexicano inconforme—genial o ridículo, tú decides. “Turca” es un invento de Paco que te lleva a tierras balcánicas o anatolias, con solos largos que te hacen imaginar parques rojos de GDL mezclados con Anatolia—espacios para improvisar que suenan a sabana imaginaria.


“Lamento” es el rarito del grupo: una sinfonía triste y larga que te hunde en depresión, con pasajes de esperanza que emergen como burbujas en el barro. Al principio lo tocaban con miedo por ser “demasiado pesada”, pero el público la ama—probablemente porque somos masoquistas. “Bikini Beirut” es la fiesta: rock-surf puro y juguetón, como “Chinese” de su primer disco, pero con más diversión—la parte alegre que te hace olvidar el drama. “Katsuo” trae poesía japonesa de amor en un ambiente líquido y oscuro, con base densa de Farah Noise y partes habladas en japonés (gracias a un libro que cayó en sus manos). Es tensa, vital y cambia cada vez que la tocan—emociones opuestas conviviendo, porque la música es rara así. Y “La marcha de Jaba” cierra con dramatismo nostálgico de Abel, sin letra pero hablando de pérdidas que dejan huella y abren puertas a algo mejor—o peor, quién sabe.



Y no solo música: paralelamente a Cacles, David Chanson musicalizó el documental de JIS, el monero tapatío que ha marcado la gráfica mexicana con “Los Manuscritos de Fongus”, “El Santos”, “La Chora Interminable” y “Molusco”. Algunas piezas del doc se colaron al álbum, como “Bikini Beirut”—un crossover que suena a genio o a descuido, pero funciona. Con 15 años en la exigente escena de Guadalajara, estos tipos representan la generación que encuentra sentido en la improvisación libre, descansando en paisajes precisos pero siempre con un toque revolucionario.

 
 
 

Comentarios


bottom of page