Aniversario de Goodbye Dodo: Rock instrumental con alma y memoria

En este aniversario de Goodbye Dodo, fue una oportunidad para mirar más allá del sonido instrumental y detenerme a reflexionar sobre la fuerza silenciosa que transmite esta banda y el profundo simbolismo de su nombre.

El dodo no se extinguió por torpeza ni por falta de adaptación. Era un ave perfectamente adaptada a su entorno. Vivía sin miedo porque no conocía la amenaza. Su extinción no fue un castigo, fue consecuencia de un cambio brutal. Fue subestimado, interrumpido. No fue débil: fue malinterpretado. Y esa historia se repite más de lo que pensamos.

Goodbye Dodo toca desde ese lugar: Desde lo que no encajó en las reglas del sistema, desde lo que no se pudo defender a tiempo, desde lo que fue silenciado sin juicio ni culpa. Vivimos rodeados de historias parecidas y seguimos viendo cómo desaparecen especies, lenguas, culturas. Pueblos enteros desplazados, voces silenciadas, territorios borrados por catástrofes provocadas.

Y todavía hay quienes creen que el que desaparece es el que no supo adaptarse. Pero no es así. No siempre. Casi nunca. A veces, simplemente, no se le dio tiempo.

Goodbye Dodo no usa palabras para contar la historia, y desde mi cámara me encuentro observando, escuchando, tratando de capturar en imágenes algo que a veces no entra en el encuadre; es rock instrumental, un lenguaje sin letras que habla desde el silencio y las emociones más profundas.

Leí de niña que los científicos podrían resucitar al pájaro dodo, y aunque todo eso sonaba a ciencia ficción —algo ambicioso y con muy pocas posibilidades de triunfar y con mi conocimiento aún limitado sobre biología y genética—, hoy puedo asegurar que su ADN está a salvo y vigente. Porque hay memorias que no deberían extinguirse, y hay historias que están listas para revivir. Algunas no necesitan laboratorios para volver. A veces, basta una banda que las mantenga vivas en el tiempo.

Por: Natalie Morales

Escucha a Goodbye Dodo aquí